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Una distinción especial

"Anda, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando." Hecho 9:11 (NVI)

Hay cosas que hacen a algunas personas distintas. Las grandes estrellas del futbol se destacan por su calidad o por sus goles. Los grandes empresarios se destacan por su capacidad para hacer fortunas y ver nuevos negocios. Los grandes literatos por escribir piezas únicas y especiales. No todos tenemos la fortuna de tener una distinción semejante. Por lo general, somos más del montón.
Sin embargo hay en la historia hombres y mujeres excepcionales, que hicieron grandes proezas, personas especiales que tuvieron una impronta única y que se distinguieron de sus pares por los logros realizados. El convertido Saulo de Tarso es uno de ellos. Un fariseo a ultranza, celoso y fanático, era un perseguidor de la iglesia primitiva. Su único objetivo en la vida era destruir esta nueva secta que estaba comenzando a crecer en forma vertiginosa.
Hasta que un día se encuentra con Jesucristo, y de perseguidor se transforma en perseguido. De contra, se convierte en el más fervoroso predicador del evangelio. Dios sabía que este hombre era especial, y que tenía un potencial enorme. ¿Cuál era la razón de esta distinción? Algunos podrán suponer que era su ímpetu, su vocación, su constancia, su conocimiento, su tenacidad, su capacidad de oratoria, su experiencia, o sus cualidades innatas.
Pero cuando Dios le pide a Ananías que vaya a ver a Saulo, este hombre de Dios desconfía. Sabía que Saulo estaba llegando a Damasco para aprender a los cristianos, todos le tenían miedo, ¡y Dios le estaba pidiendo que vaya a verlo! Seguramente, Ananías pensaba que Saulo estaba falseando su conversión para que se le acerquen los cristianos y pueda capturar más.
Pero Dios sabía que su conversión era genuina y absoluta. Y lo que más ponderó Dios de Saulo fue que él estaba orando. Si hubiera estado haciendo cualquier otra cosa, podría haber engañado a varios. Pero cuando Dios le dice a Ananías que Saulo estaba orando, este hombre comprendió que el pedido de Dios debía ser cumplido. Pablo fue lo que fue, porque era un hombre que oraba. Tal vez nunca logres ser un gran deportista, ni un empresario exitoso, ni un gran escritor. Pero hay algo que definitivamente puedes ser. Puedes ser un gran siervo de Dios, solo tienes que tener la determinación de orar.

REFLEXIÓN – La oración te hace diferente.

Un gran abrazo y bendiciones
Dany

Escrito por:   Daniel Pérez Cliffe    Fecha de publicación  11/15/2011 10:17 AM
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