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La Pascua Máxima

Leer: Éxodo 12 - Mateo 26:20-30 - Lucas 22:14-20 - 1 Corintios 11:23-26.
Imagínese a Jesús y a Sus discípulos ese jueves por la noche reclinados, formando un  círculo al azar en torno a una mesa baja. Ellos estarían sentados unos frente a otros mientras comían la ceremonial comida de la Pascua, tal como los fieles judíos lo habían hecho por siglos. Puesto que los discípulos habían estado con Jesús por tres años, seguramente habían celebrado tres Pascuas con Él. Pero esta era diferente. Ellos nunca habían escuchado el mensaje que Jesús les dio aquella noche, ni tenían idea alguna de lo significativa que sería esa reunión.
De acuerdo a la tradición religiosa judía, ellos podrían haber estado citando pasajes de las Escrituras antiguas, recordando los días cuando sus antepasados estuvieron como esclavos en Egipto y Dios los liberó por medio de Su siervo Moisés. De repente, ellos notaron que Jesús ya no participaba de la conversación. Se veía sombrío; tal vez más sombrío de lo que había lucido durante sus tres años juntos.
Mientras observaban con curiosidad, Jesús tomó un pedazo de pan sin levadura y lo partió. Luego levantó Sus ojos y elevó una oración. Los discípulos no sabían que era la última noche que estarían con Jesús, pero que Él sí lo sabía.
“Tomen, coman; este es mi cuerpo.”
¿Qué? ¿De qué está hablando? Deben haberse mirado el uno al otro con miradas interrogantes. El Maestro nunca había dicho algo como esto antes. Sus palabras de repente rompieron con la tradición, y se sintieron completamente confusos. Les dijo a Sus desorientados discípulos que comieran del pan crujiente, sin levadura, recordándoles que era un símbolo, un cuadro tangible de Su cuerpo que pronto sería entregado por ellos.
Imagínese el aturdido silencio. Imagínese las preguntas que se agolpaban en la mente de los discípulos: ¿En realidad va a morir? ¿Cuándo? ¿Qué nos va a suceder a nosotros? ¿Vamos nosotros también a morir? ¿Qué del reino que prometió? ¿De qué han servido todos estos años que hemos pasado juntos? Sus estómagos estaban hechos un nudo. Los Evangelios no dan indicación de que se haya dicho ni una sola palabra en respuesta. Para variar, el grupo de hombres se sentó en silencio absoluto.


Escrito por:   Pastor Charles R. Swindoll    Fecha de publicación  4/17/2014 11:01 AM
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