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Propósito

"Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo." 2 Timoteo 1:9 (NVI)

Es notable la grandeza de Dios. La diferencia abismal que existe entre Dios y cualquier mortal es notable. La completa santidad de Dios es diametralmente opuesta a nuestra inclinación por el pecado. Esta oposición se repite en todas las cualidades de Dios. Frente a esta realidad, Pablo nos recuerda la nobleza sin igual de Dios. En su perfecta sabiduría decidió salvarnos. Era imposible satisfacer la justicia y el amor de Dios. Solo un acto único como el de Jesucristo en la cruz pudo cumplir la perfecta justicia divina y demostrar en su máxima expresión todo el amor insondable de Dios.
Por eso es que la salvación que Dios nos ofrece es por gracia, no hay forma humana de poder cumplir con requisitos tan elevados. No alcanzaría todas las mejores intenciones de todos los seres humanos para poder compensar un pecado frente a Dios. Sublime acto de amor, que perdona mis pecados castigando al único ser inocente y perfecto. Y no fue un acto improvisado. Dios había determinado esto aún antes de crear el mundo. Jesucristo supo siempre que aquella pascua en Jerusalén iba a tener que padecer lo inimaginable.
Sería suficiente recibir este perdón. No se le podría pedir más a Dios. Si solo nos hubiera salvado y nos hubiera permitido entrar al cielo por su gracia, tendríamos motivos de sobra para agradecerle eternamente. Pero la grandeza de Dios va más allá. Porque no actúa según los méritos que tengamos, sino por lo que Él es. Y Pablo nos revela que Dios nos salvó para darnos un propósito en la vida.
Nos salvó para vivir una vida santa. Dios no solo nos salvó y limpió sino que además nos capacita con los elementos necesarios para poder vivir una vida como Él espera. Nos dejó un manual de vida, nos asiste con la potencia de su Santo Espíritu que mora dentro de nosotros y nos revela su deseo. Fuimos salvados con un propósito: Demostrar la virtud de Dios que puede modificar vidas, sin crear un robot.
Dios puede seducir tu voluntad para que cumplas el propósito por el que fuiste salvado. Si no te interesa, algo está fallando. Y el error indudablemente no está del lado de Dios. Es definitivamente culpa tuya.

REFLEXIÓN — Cumple tu propósito.

Un gran abrazo y bendiciones

Escrito por:   Daniel Pérez Cliffe.    Fecha de publicación  11/15/2010 4:21 PM
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