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Evidencias del orgullo del rey Asuero

Empecemos familiarizándonos con el rey. Su nombre persa era Khshayarshan, que en hebreo es Asuero y en la lengua griega es Jerjes. Su padre fue Darío 1, y su abuelo fue Ciro el Grande; de manera que procedía de una ilustre familia. Asuero reinó sobre el Imperio Persa desde el 486 al 465 antes de Cristo. El imperio estaba dividido en veinte satrapías, las cuales a su vez estaban divididas en provincias; y el rey era el soberano absoluto. Al igual que la mayoría de los reyes de aquel tiempo, Asuero era un hombre orgulloso; y en este capítulo vemos algunas evidencias de su orgullo:

Su jactancia (Est. 1:1-9)
Los monarcas orientales disfrutaban organizando lujosos banquetes porque cada ocasión les daba a ellos la oportunidad de impresionar a sus invitados con su real poder y riqueza. Tres banquetes aparecen mencionados en este capítulo: uno para oficiales militares y políticos del imperio (vv. 1-4); otro para los hombres de Shushan (Susa en griego), lugar del palacio de invierno del rey (vv. 5-8); y otro para las mujeres de Sus a (v. 9), presidido por la reina Vasti. El rey probablemente no reunió a todos sus líderes provinciales de una sola vez; aquello les hubiera alejado de sus deberes en las provincias durante seis veces y debilitado el imperio. Es más probable que, durante un período de seis meses Asuero llamó a sus funcionarios en un plan rotativo. Luego, después de haber deliberado con ellos, el rey los convocaría a todos juntos para una fiesta de siete días de manera que pudieran consultar en conjunto.
En Ester 1:11, el escritor indica que los príncipes estaban también presentes en esta festividad de toda una semana. Junto con estos tres banquetes, encontramos registradas otras seis fiestas en este libro: El banquete de la coronación de Ester (2:18); la celebración que Amán tuvo con el rey (3:15); los dos banquetes de Ester con el rey y Amán (caps. 5 y 7); los banquetes de los judíos cuando supieron del nuevo decreto (8:17); y la fiesta de Purim (9:17-19).

Es admirable cómo Dios puede llevar a cabo sus propósitos eternos a través de una actividad familiar tal como el comer y el beber. (Véase 1 Co. 10:31.) ¿Cuál era el propósito detrás del banquete para los nobles y funcionarios del imperio? Las Escrituras no nos lo dicen, pero la historia secular si. El historiador griego Heródoto (485-425 a.c.) puede referirse a estos banquetes en su Historia, donde declara que Asuero consultó con sus consejeros y funcionarios acerca de una posible invasión de Grecia. Darío I, padre de Asuero, había invadido Grecia y había quedado completamente derrotado en Maratón en el 490. Darío murió en el 486 a.c. mientras hacía preparativos para regresar a Grecia y vengarse de la derrota sufrida; y ahora su hijo se sentía obligado a vengar a su padre y extender su imperio al mismo tiempo. Heródoto explica que Asuero planeaba invadir toda Europa y "reducir toda la tierra a un solo imperio". Según Heródoto, las palabras del rey fueron estas: "Mi intento es tender un puente sobre el Helesponto y hacer que mi ejército marche sobre Europa para conquistar a Grecia; de esa manera me vengaré de los atenienses por lo que hicieron contra los persas y contra mi padre". Artabano, tío del rey, se opuso fuertemente al plan, pero el rey persistió y logró convencer a los príncipes y a los oficiales a que le siguieran. Era importante que Asuero impresionara a sus nobles y jefes militares con su riqueza y poder. Cuando ellos vieron las columnas de mármol, las espléndidas cortinas colgando de anillos de plata, los divanes de oro y plata, los bellísimos mosaicos y baldosas de mármol, y las doradas mesas de servicio, ¿qué podían hacer ellos sino someterse al rey? A semejanza del vendedor que te lleva a un restaurante de primera clase para una cena distinguida, el rey quebrantó la resistencia de sus oficiales. Al ser el mismo un hombre orgulloso, sabía cómo apelar al orgullo de otros.

Lamentablemente, esta exhibición ostentosa de riquezas no pudieron garantizar a los persas la victoria militar. Aunque lograron algunas victorias iniciales, en el 480 a.c,  la flota persa fue derrotada en Salamina, mientras que el rey sentado en un trono contemplaba la batalla; y en el 479 a.c. el ejército persa fue derrotado en Platea. Esto terminó con los sueños de Asuero de un imperio mundial.

Si alguna vez un hombre debería haber aprendido la verdad de Proverbios 16:18, este era Asuero: "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu". Las personas en autoridad deben recordar que todo autoridad viene de Dios (Ro. 13:1) y que solo El está en control completo de todo. Faraón tuvo que aprender esta lección en Egipto (Ex. 7:3-5); Nabucodonosor tuvo que aprenderla en Babilonia (Dn. 3-4); Belsasar la aprendió en su blasfemo banquete (Dn. 5); Senaquerib la aprendió a las puertas de Jerusalén (Is. 36-37); y Herodes Agripa 1 la aprendió mientras moría comido por los gusanos (Hch. 12:20-23). Todo hombre o mujer en un lugar de autoridad es solo el segundo en el mando, porque solo Jesucristo es Señor sobre todos y sobre todo.

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Escrito por:   W. Wiersbe - Seamos Dedicados    Fecha de publicación  10/9/2017 4:14 PM
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