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La motivacion de un Líder - Segunda Parte

Primero, Pedro trata de la motivación de un líder.
El líder espiritual debe emprender su trabajo voluntariamente, no por coerción. Los líderes de la iglesia en los días de Pedro enfrentaban desafíos que amedrentarían el corazón más intrépido. No obstante, Pedro recomienda encarecidamente que no desmayen ni retrocedan. Los líderes tampoco deben servir respondiendo al sentido de un mero deber, sino por amor. El trabajo de pastorear y ayudar a que los nuevos creyentes crezcan, debe hacerse «como Dios quiere», no dirigido por preferencias ni deseos personales. Barclay captura el espíritu de este aspecto con las siguientes palabras:
Pedro dice a los líderes: "Pastoreen a la congregación como Dios.» Así como Israel es la porción especial de Dios, las congregaciones a quienes tenemos que servir en la iglesia o en cualquier otra parte son nuestra porción especial; y toda nuestra actitud hacia ellas debe ser la actitud de Dios; debemos pastorearlas como Dios. ¡Qué visión se abre aquí! ¡Qué ideal! ¡Y qué condenación! Nuestra tarea es mostrar a las personas la paciencia de Dios, el perdón de Dios, el amor anhelante de Dios, el servicio ilimitado de Dios.

Cuando Dios nos llama, no podemos rehusamos debido a un sentido de insuficiencia de nuestra parte. Nadie es digno de dicha confianza. Cuando Moisés trató de disculparse, Dios se enojó (Éx. 4:14). No carguemos la responsabilidad del liderazgo a otros porque nos consideramos incapaces. El líder espiritual no puede tener en cuenta el dinero cuando oye el llamado al liderazgo. Pedro advierte que no trabajemos como codiciando el dinero (1 P. 5:2). Quizás Pedro haya pensado en Judas, cuya pasión por el dinero lo condujo a su caída. A los líderes se los llamará a formular políticas, establecer presupuestos y decidir prioridades, tratar con las propiedades inmuebles, etc. Ninguna de esas cosas puede hacerse bien si la ganancia personal se yergue como un motivo fundamental.
Paul Rees sugiere que la codicia contra la que advierte Pedro se extiende más allá del dinero hasta la fama y el prestigio, las cuales a veces son una tentación más insidiosa. Sea por la fama o la fortuna, la avaricia no puede coexistir con el liderazgo en la iglesia. « No estoy seguro de cuál de los dos ocupa la esfera más baja, el que tiene hambre del dinero o el que tiene sed del aplauso», escribe J. H. Jowett. "Un predicador puede mejorar y pulir su mensaje con el fin de lograr los aplausos del público, y los obreros en otras esferas pueden hacer esfuerzos por alcanzar prominencia, para dar una impresión imponente, para recibir un reconocimiento reconfortante. Todas estas cosas nos hacen inadecuados para nuestra tarea. Destruyen nuestra percepción de las necesidades y peligros de las ovejas.
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Escrito por:   O. Sanders - Liderazgo Espiritual    Fecha de publicación  8/23/2012 4:34 PM
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