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ALABEMOS A DIOS EN ÉPOCAS DE BENDICIÓN
Leer: Salmos 149

El Salmo 149 es uno de los cinco salmos de «alabanza a Dios» que concluyen el himnario antiguo de los hebreos. Al igual que los otros cuatro, comienza con el precepto, «¡aleluya!» que nos lleva a exaltar la bondad de Dios. En este caso, el pueblo de Dios se reúne a alabarle como resultado de tres situaciones diferentes: épocas de bendición, épocas de sufrimiento y épocas de guerra.

Alabemos a Dios en épocas de bendición

¡Aleluya! Canten al Señor un cántico nuevo; sea su alabanza en la congregación de los fieles. Alégrese Israel en su Hacedor; gócense en su Rey los hijos de Sion. Alaben su nombre con danzas; canten al son del pandero y de la lira (v. 1-3).

Las épocas de bendición deben impulsarnos a alabar a Dios de manera espontánea. Cuando tenemos alimento en nuestros graneros, cuando no hay enfermedad o lesiones, cuando no hay amenazas de enemigos o tragedias, es natural sentir el deseo de cantarle a Dios en agradecimiento y alabarle. El compositor nos da tres preceptos con respecto a esas épocas de bendición. Él nos dice que cantemos (v. 1), que nos alegrémonos (v. 2) y que alabemos su nombre (v. 3).

Observemos cada precepto y meditemos en lo que Dios nos está diciendo.

Primero, el salmista nos invita a cantar un cántico nuevo. Cuando Dios trae bondad a las vidas de su pueblo, a él le encanta que reaccionemos con expresiones espontáneas de deleite. Y se emociona más cuando nos reunimos con otros «fieles» para celebrar la bendición del Señor. Es irónico pero muchas veces nos reunimos para compartir abiertamente acerca de nuestros momentos de tensión y angustia y eso está bien. Sin embargo, muy pocas veces nos reunimos con nuestros amigos para celebrar las bendiciones abundantes de Dios.

Segundo, el compositor le dice al pueblo de Dios que se alegre. Esa época de prosperidad y promoción no debe hacernos sentir culpables. Si viene de la mano de Dios, debemos gozarnos. Desafortunadamente, hay personas que han comenzado a creer que es más espiritual sufrir y que solo las personas materialistas prosperan. Ese es un extremo erróneo que empaña el testimonio de un Dios amoroso. Aunque ciertamente el Señor utiliza el sufrimiento para desarrollar el carácter piadoso en un creyente, también se deleita en darle cosas buenas a su pueblo. Alabe a Dios cuando las bendiciones fluyen porque provienen de Él.
El salmo 75:6-7 dice así: Porque ni del oriente ni del occidente ni del desierto viene el enaltecimiento. Pues Dios es el Juez: A este abate y a aquel exalta.

Tercero, el compositor nos dice que alabemos el nombre de Dios. El tercer versículo nos manda a que nos entreguemos totalmente a Él en alabanza. En los días del salmista, era muy común que el pueblo de Dios danzara de gozo literalmente y tocara instrumentos musicales para exaltarle. David danzó cuando el arca fue traída de regreso a la ciudad de David (2 Samuel 6:12-15). Lo mismo hizo Miriam, la hermana de Moisés después de que los israelitas cruzaron el Mar Rojo (Éxodo 15:20-21). La danza en la Escritura surgía como alabanza a Dios por parte de un individuo que le agradecía por su bendición y su liberación.
Estos tres versículos del Salmo 149 nos invitan a disfrutar totalmente nuestra época de bendición. Debemos darle a nuestro Señor, exclamaciones ilimitadas de alabanza cuando él elige verter sobre nosotros bendiciones abundantes.

Afirmando el alma: ¿Cómo celebra usted comúnmente la buena ventura? Me refiero a cosas tales como una promoción de trabajo, el progreso de las finanzas, noticias alentadoras de un doctor o un evento familiar especial. Cuando algo maravilloso ocurra, agregue un tiempo para agradecerle y alabar a Dios como parte de su celebración.


Escrito por:   Pastor Charles R. Swindoll    Fecha de publicación  6/5/2019 10:35 PM
Número de visitantes  2307


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