La vida cristiana no consiste en guardar leyes para obtener la salvación. La Biblia dice que no somos salvos por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por su misericordia. “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (Gálatas 3:2,3) El Apóstol Pablo dijo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entrego a si mismo por mi” (Gálatas 2:20) dijo: “Vivo por la fe”
¿Cómo podemos vivir por la fe y dar por la ley? Todavía hay muchos cristianos que apenas hacen eso. Mientras entendamos que la salvación nunca viene a nosotros guardando la ley, practicamos la ley de dar registrada en el Antiguo Testamento. Pablo dijo:”Andamos por fe y no por vista.” Practicamos esto dando por vista y no por fe. El dar por vista implica dar un recurso que se puede ver. Por ejemplo decimos a Dios, “pon un poco de dinero en mi mano y te regresaré una parte”. Esta era la costumbre como se daba en el Antiguo Testamento. Este era el diezmo, el cual consiste en dar la décima parte de lo que una persona tiene o recibe. El diezmo era lo requerido.
Debido a que la vida cristiana debe caracterizarse por la fe, esto obedece al principio que encontramos en el Nuevo Testamento podría ser también por la fe. Debemos dar según Dios nos haya prosperado. (1ra Corintios 16:2) Debemos también dar por la fe, esperando que Dios suplirá nuestras necesidades, tanto para lo que daremos como para lo que necesitamos.
Pablo enseñó a los filipenses que Dios proveería para todas sus necesidades, debido a que ellos habían suplido para las necesidades de Pablo dando por fe. En Filipenses 4:10-19 Pablo les dice a los creyentes en Filipos que Dios supliría su necesidad, debido a que habían dado para las necesidades de Pablo y también para sus colaboradores. Ellos dieron mas allá de sus recursos, confiando en que Dios resolvería su necesidad.
Las iglesias en Macedonia dieron más allá de su potencial, por la fe. Aunque en pobreza extrema dieron mas allá de sus recursos. Dieron lo que no tenían (2 Corintios 8:2). Dieron por la fe.
“Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1) También La Biblia dice que “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6) El creyente está mostrando su confianza en Dios dando lo que no tiene. La fe considera lo invisible, da lo imposible, y confía en que Dios suplirá sus necesidades.
El dar por la fe no está en respuesta a un mandamiento. El diezmo no era una opción para Israel, era un mandamiento, “Traed todos los diezmos al alfolí” Era un mandamiento del Señor. Por otra parte, el dar por fe debe ser la actitud de un corazón agradecido al Señor. En 2 Corintios 8:7-9 se nos dice: “Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia. No hablo como quien manda, sino poner a prueba, por medio de la diligenciad de otros, también la sinceridad del amor vuestro. Porque la conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”
Así como Cristo estuvo dispuesto a darse por nosotros por amor, el nos redimió por su muerte, nosotros debemos estar dispuestos a dar como muestra de nuestro amor hacia él. No debemos dar como demostración de amor para los que reciben, sino por el amor que tenemos al Señor. Todo lo que damos debemos darlo al Señor y no para los hombres. Nuestro amor y nuestro dar debe ser primeramente vertical, hacia Dios y en su dirección hacia el hombre.
Esta es la razón por la cual mencionamos Promesas de Fe en nuestras maratones. La promesa de fe es entre el creyente y Dios, no entre el creyente y la RRB. El compromiso es vertical entre el cristiano y Dios, y la recompensa viene del cielo para el que da. Jesús ha prometido: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la medida con que medís, os volverán a medir.” (Lucas 6:38)
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